El Sistema Educativo durante el período populista

La crisis capitalista mundial que del año 1929 marca el colapso del modelo agro-exportador en Argentina. Al caer el precio de los productos exportables, el país carece de saldo líquido con el que importar productos industriales. La solución que muy lentamente va encontrando el Estado Argentino, consiste en regular la economía, de modo que pueda fabricarse localmente los bienes que antes se importaban. A este proceso se lo llamó industrialización sustitutiva de importaciones. En defensa de los mismos intereses oligárquicos del período anterior, el Estado interviene activamente en la economía para que este esquema sustitutivo sea posible. Las condiciones políticas necesarias de este modelo, ignoran la voluntad popular. El fraude electoral era considerado un acto “patriótico”. Se desarrollaron un conjunto de industrias que atrajeron población del interior a las ciudades, que fueron formando un cordón de nuevos migrantes internos, sometidos a situaciones de grave explotación, miseria y marginación política. Simultáneamente, se desarrolló en el ejército un nuevo concepto de “nación en armas”, que requería del desarrollo industrial independiente, como condición previa para la conformación de la potencia bélica.

Con esta situación: nuevos migrantes internos en las ciudades, marginación política de las mayorías populares y un sector del ejército con vocación nacionalista, se constituye, a partir de 1943, un nuevo poder y un nuevo Estado. El articulador político, que a través de su acción y su discurso construye este nuevo movimiento, es Perón. Su estrategia se basa en el poder del ejército, pero sobre todo, en la nueva organización de la clase trabajadora, que identifica su figura, con las conquistas sociales.

A diferencia del Estado Interventor Oligárquico de la década del 30, lo que caracteriza al Estado Populista es la redistribución de ingresos a favor de los trabajadores, lo que le permite ampliar el proceso interno de acumulación y crecimiento industrial, a la vez que fortalece la presencia del Estado en la economía y en la sociedad. El Estado populista coincide con el modelo Keynesiano en cuanto postula la intervención estatal como factor del desarrollo económico. Pero a diferencia del modelo que se aplica en los países centrales, en Latinoamérica no encuentra una industrialización integrada, y una clase obrera universalmente organizada. De ahí que lo que caracterice al Populismo latinoamericano sea la activa gestión en pos de la constitución de las clases sociales en que se basa, y de sus organizaciones gremiales, que de este modo van a quedar bajo su dependencia. No es un Estado árbitro neutral ubicado por encima de las clases, sino que él mismo las termina de organizar, donde éstas no están suficientemente consolidadas.

El Estado Populista argentino, por esta razón, a través de la figura carismática de su líder, cobra una apariencia de autonomía política sin precedentes. El Estado hace Sociedad con Justicia Social. O al menos, eso dice. El enunciador principal, Perón, interpela a los sectores populares en nombre del pueblo, y contra un enemigo: la oligarquía y el imperialismo, que son el “antipueblo”. Articula una cadena de equivalencias popular democráticas, antagonizando con un otro (Laclau y Mouffe, 2006: 170) que queda excluido del mundo peronista. El peronismo, al incluir a los humildes, mejorar sus ingresos, otorgarle derechos, dignificarlos, etc. construye pueblo, que es la base de la democracia. El problema es que esa construcción esconde los antagonismos internos del llamado pueblo, y de la antipueblo. El pacto populista no deja de ser una alianza de clases en la que los trabajadores renuncian a cambiar el sistema capitalista (Rajland, 2008, 153). En tanto que en “la contra” quedan alienados del pueblo un conjunto de actores políticos y sociales, cuya presencia hubiera sido indispensable para la concreción de un proyecto revolucionario.

De todos modos, durante el período populista en Argentina, primó el antagonismo así construido entre pueblo y oligarquía. Y durante esos diez años, al menos, ganó el pueblo.

La cuestión:

Este nuevo pueblo que se incorpora a la ciudad, al mercado y a la política ¿Qué reclama, qué busca, qué necesita del sistema educativo? Quiere básicamente dos cosas: en primer lugar, satisfacer su reivindicación histórica de lograr acceso y permanencia en la escuela. El diagnóstico peronista, en este sentido, sostiene que la deserción escolar (86 % en el primario) es el mayor problema educativo, lo atribuye al carácter liberal del sistema normalista y se lanza a una expansión cuantitativa sin precedentes de la oferta educativa. En segundo lugar, este pueblo demanda otro tipo de educación, diferente de la educación de elite. Quiere una educación que no lo denoste, sino que valore su quehacer, con una orientación práctica, y que lo reconozca como pueblo, que en la política educativa del populismo equivale a una educación “justicialista”. La respuesta político-educacional a esta segunda cuestión fue la aparición de una rama del sistema orientada al trabajo.

Dos tendencias.

La política antiliberal del peronismo es interpretada por las corrientes normalistas predominantes como un ataque filofascista. De modo que el común de los docentes queda en la oposición al régimen. Inclusive aquellas corrientes subordinadas que dentro del normalismo reivindicaban el socialismo y la democratización radical, también quedan identificadas con el antiperonismo.

Dentro del campo del gobierno peronista, hay una puja entre dos tendencias principales. Por un lado, hay una corriente escolanovista. El referente de esta tendencia es el Secretario de Educación Jorge Pedro Arizaga, que parte de conceptos democráticos y nacionalizadores. Postula vitalizar la escuela conectándola con la vida social. Se plantea como principal problema la ineficiencia del sistema educativo, concentrada en la altísima deserción escolar. En su enfoque, lo telúrico y la enseñanza práctica (manualidades) deben incorporarse a la formación básica. Piensa la labor educativa en términos de preparación y configuración. Preparación es lo cuantitativo y práctico, en tanto que configuración es lo normativo, volitivo y afectivo, que se canaliza a través de idioma e historia. Esta corriente se plasma en las reformas educativas del primer plan quinquenal.

La otra corriente, encabezada por Ivannisevich, trae la presencia de los sectores católicos nacionalistas ultramontanos en la Educación. Logra preeminencia a partir de 1949 y hasta que estalla el conflicto con la Iglesia. El primer logro es la sanción por ley, de 1947 del la enseñanza obligatoria de religión en las escuelas públicas. Y su principal plasmación institucional se encuentra en la Reforma Constitucional de 1949.

La Educación en el primer plan quinquenal.

En esta primera etapa, la educación primaria se divide en un pre-escolar optativo de dos años, un segundo ciclo obligatorio de cinco años, u un tercer ciclo o “preaprendizaje” de dos años, obligatorio. Este último ciclo comprende la realización de actividades manuales como el manejo de herramientas y la confección de productos sencillos.

En el nivel medio, lo novedoso es que se toma cuenta de la demanda de mano de obra calificada, y de las demandas educativas de los sectores populares, dándoles una orientación general hacia la profesionalización. Se introduce la educación laboral, pero de una manera salomónica: al lado de la vieja escuela media (Bachillerato y Normal) se crea una nueva rama: la técnica, dentro de la cual existen una extensa variedad de instituciones. Se destacan las escuelas técnicas de tres niveles: capacitación (1 año) perfeccionamiento (2 años) y especialización (3 años), que proporcionan títulos habilitantes.

El sistema garantiza la gratuidad en el nivel primario y superior. Pero la escuela media es gratuita solo para los que no pueden pagarla. Esto último en vinculación con un sistema de becas para obreros que otorgaba el estado, junto con la obligación a las empresas de otorgar cierta cantidad de becas, cuando no de sostener escuelas.

Sostienen Puiggrós y Bernetti que:

“Con la reforma Arizaga se producía un doble movimiento: por un lado, se daba una respuesta sin precedentes por su magnitud a la demanda de educación típica de sectores que alcanzaban los estratos más bajos de la pirámide educacional. Se les proponía educación básica sumada a educación laboral; por otro se les diseñaba una zona especial del sistema separada del tronco clásico mitrista (bachillerato- universidad) por reglamentaciones y requerimientos” (Bernetti y Puiggrós, 2006: 241).

En cuanto a la Educación superior universitaria, lo notable es que se le reconoce gratuidad, pero se le quita autonomía, dado que a los rectores los nombra el PEN con acuerdo del senado.

La reforma de la educación en la Constitución de 1949.

El segundo hito en los cambios en el sistema educativo se condensa en el artículo 37.IV de la Constitución de 1949. Es un reflujo en la política educativa popular, concomitante con el ascenso político de Ivanisevich.

Lo más importante de esta norma es que consagra la subsidiariedad del Estado en materia educativa, detrás de la familia y de las escuelas privadas. Un claro retroceso que se enuncia estos términos:

“La educación y la instrucción corresponden a la familia y a los establecimientos particulares y oficiales que colaboren con ella, conforme a lo que establezcan las leyes. Para ese fin, el Estado creará escuelas de primera enseñanza, secundaria, técnico-profesionales, universidades y academias”

Otro elemento importante de la Constitución de 1949 es la regulación de las universidades, a las que se les reconoce autonomía, vinculada a un principio federal. Cada una debe fijar sus planes en vinculación con su contexto regional. Pero deja de lado el cogobierno de la reforma de 1918. El inciso cuarto del mismo artículo dice:

Una ley dividirá el territorio nacional en regiones universitarias, dentro de cada una de las cuales ejercerá sus funciones la respectiva universidad. Cada una de las universidades, además de organizar los conocimientos universales cuya enseñanza le incumbe, tenderá a profundizar el estudio de la literatura, historia y folklore de su zona de influencia cultural, así como a promover las artes técnicas y las ciencias aplicadas con vistas a la explotación de las riquezas y al incremento de las actividades económicas regionales. Las universidades establecerán cursos obligatorios y comunes destinados a los estudiantes de todas las facultades para su formación política, con el propósito de que cada alumno conozca la esencia de lo argentino, la realidad espiritual, económica, social y política de su país, la evolución y la misión histórica de la República Argentina, y para que adquiera conciencia de la responsabilidad que debe asumir en la empresa de lograr y afianzar los fines reconocidos y fijados en esta Constitución.

Además, la nueva constitución garantizaba la gratuidad, solo de la educación primaria, en tanto que para los otros dos niveles, solo asegura el acceso de “los alumnos más capaces y meritorios”. En definitiva, la constitución “retrocede respecto de plan quinquenal” (Bernetti y Puiggrós, 2006).

Educación y Trabajo.

Además de la duplicación de la cantidad de alumnos en el sistema educativo, la otra gran innovación del período populista es la educación técnica y profesional. En plena revolución industrial argentina, las empresas necesitan mano de obra calificada. Y los obreros ven la calificación laboral como una oportunidad de mejora. El Estado toma a su cargo la gestión de esta cuestión a través de dos organizaciones estatales: Dentro del Ministerio de Educación, se crea la Dirección General de Educación Técnica, que organiza los establecimientos de educación técnica y profesional, y crea otros nuevos. Por otro lado, como parte de la política de la Secretaría de Trabajo y Previsión, va cobrando ampliada presencia un área dedicada a la educación profesional, que desde 1944 se organiza bajo la jurisdicción de la CNAOP (Comisión Nacional de Aprendizaje y Orientación Profesional).

Son dos aparatos del Estado diferentes, que tienden a abarcar una misma cuestión. Pero que funcionan separados, o en paralelo, al viejo tronco del sistema educativo centrado en el Bachillerado, la Universidad y las Escuelas Normales. El normalismo permanece allí a la defensiva, pese a que también registra un incremento de la oferta educativa.

En el área de la Educación técnica, las iniciativas que lo comprenden son múltiples. Siguen el ritmo de la construcción política del peronismo, de modo que son demasiado variadas como para abordarlas de manera simple. Mencionemos que en lo fundamental comprenden, dentro del Area de la DGET, del Ministerio de Educación, la creación de escuelas medias en tres ciclos:

  • Ciclo Básico, de dos años, formado por las Escuelas de Artes y Oficios que expiden certificado de capacitación de oficio.
  • Ciclo de perfeccionamiento de dos años, formado por escuelas Técnicas de Oficios que expiden títulos de experto.
  • Ciclo de especialización, que se cursaba en Escuelas Industriales, que expide el título de técnico.

En 1952 estas escuelas técnicas son reorganizadas en base a un ciclo básico común.

Para promover el crecimiento en ciertas zonas del interior se crearon 50 misiones monotécnicas, a las que se ingresaba con cuatro grado del nivel primario.

En el área de la CNAOP, además de escuelas industriales, se crean también escuelas fábricas y colonias escuela. El perfil del alumno es aquí el del aprendiz, es decir, un trabajador- alumno al que se debe educar. Los establecimientos eran dotados de maquinaria moderna. Los alumnos disponían de acceso a becas, y los libros y útiles eran gratuitos.

La cima de este sistema de educación para el trabajo, no convergía en la tradicional carrera de ingeniería de las universidades nacionales, con las que el gobierno peronista siempre estuvo en potencial conflicto. En 1953 comenzó a funcionar la Universidad Obrera Nacional, a la que accedían los técnicos de fábrica egresados de las escuelas de la CNAOP, y de las escuelas industriales. Tenía horario vespertino, dado que se proponía formar ingenieros de origen obrero. Su organización se diagramó por regiones, de modo que abarcaba todo el país. Y su rectos, era designado por el ejecutivo. Pero tenía que reunir un requisito fundamental: ser egresado de la Escuela Superior Sindical de la CGT. De modo que el carácter de conquista obrera de la UON, es incontrastable.

Según Bernetti y Puiggrós, el sujeto de esta rama educativa era pensado por el gobierno en términos de “pueblo peronista”:

“el sujeto que se constituía en el discurso de la UON era el trabajador dignificado… un doble gesto de otorgarle una nueva identidad al trabajador -…- y al mismo tiempo exigirle una identificación total con el Estado-Partido. La interpelación del Estado a los trabajadores anulaba su constitución como sujetos de la sociedad civil y los incluía como pare del Estado Peronista”. (Bernetti y Puiggrós, 2006: 272).

En todos los casos, la educación técnica no era solo educación práctica. Sino que estaba acompañada, indefectiblemente, del estudio de los derechos laborales, y de sus bases morales, culturales y políticas.

Educación religiosa y Escuelas privadas.

Los movimientos políticos católicos venían en auge desde la década del 30. Podemos diferenciar, durante el peronismo, dos tendencias internas: los nacionalistas y los liberales. Los primeros pretendían la imposición de la religión católica a partir del control del sistema público de educación. Los democráticos en cambio son menos pretenciosos en sus aspiraciones, y vuelcan sus reivindicaciones en el reconocimiento y apoyo a los colegios privados católicos.

En 1943, un decreto del Presidente Ramírez impuso la enseñanza religiosa obligatoria en las escuelas públicas. Este decreto fue ratificado por una ley del Congreso en 1947. Este parecería ser e mayor logro del sector nacionalista católico.

Pero esta ley forma parte de un conjunto de medidas. Al mismo tiempo se creó la Dirección General de Enseñanza Religiosa, que pone la misma bajo control gubernamental, restando poder a la Iglesia. También se estableció un régimen de adscripción/ incorporación de los colegio privados (incluidos los católicos). Se dictó una ley que extienden los beneficios laborales y previsionales a los docentes de estos establecimientos, y se creó un sistema de subsidios estatales para aquellas instituciones particulares que no pudieran cumplir con tales beneficios a los trabajadores de la educación. Esto último es un logro que beneficia a los católicos democráticos.

Educación religiosa obligatoria, reconocimiento y subsidio de colegios, y régimen de trabajo docente en éstos forman parte de un complejo juego de pinzas por el que el Estado, a la vez que concede espacios a la iglesia católica, le impone controles y restricciones que la neutralizan.

Había en el fondo, una puja por la primacía en las creencias populares. La Fundación Eva Perón, a través de su obra social, supera ampliamente la acción caritativa eclesiástica. Este enfrentamiento recrudece aún más durante el segundo gobierno peronista, en que la ritualización de la propaganda oficial y la tendencia a “santificar” la figura de Evita, aparece para los católicos como una suerte de culto pagano herético, que precipita el enfrentamiento.

El conflicto político con la iglesia se transforma en ruptura en 1954/5. Se deroga la ley de enseñanza religiosa en escuelas públicas. Se dicta la ley de Divorcio. Se le retiran las exenciones impositivas. La iglesia pasa abiertamente a la oposición. Y no será por vías democráticas que esa oposición, un año más tarde, logre deshacerse del peronismo.

Bibliografía:

Bernetti, Jorge Luis y Puiggrós, Adriana. “Peronismo: Cultura política y Educación (1945-1955). Editorial Galerna. Buenos Aires. 2006.-

Laclau, Ernesto y Mouffe, Chantal. “Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia”. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires. 2006.

Puiggrós, Adriana. “Qué pasó en la educción argentina. Breve historia desde la conquista hasta el presente.” Editorial Galerna. Buenos Aires. 2003.

Rajland, Beatriz. “El pacto populista en la Argentina (1945-955)”. Ediciones del Centro Cultural de la cooperación Floreal Gorini. Buenos Aires. 2008

Ruiz, Guillermo. “La política educativa durante el peronismo 1945-1955. Documento de Cátedra nro. 4 de la Asignatura: Teoría y Política Educacional”, Profesorado en Ciencias Jurídicas. Facultad de Derecho. Universidad de Buenos Aires. Año 2008.-