De 1955 a 1976

El Sistema Educativo desde la Revolución Libertadora hasta el Isabelismo.

 
Modelos de desarrollo.
El proceso de industrialización por sustitución de importaciones, iniciado en la década de 1930 y relanzado mediante la redistribución de ingresos en 1946, alcanza su techo hacia 1952. Para entonces, la industrialización liviana, requiere de la integración de industrias de base para seguir avanzando. No podía ya seguir dependiendo de la provisión de acero y equipos del exterior. Se necesitaba que estos fueran producidos localmente. El problema giraba en torno cómo conseguir los capitales necesarios para estas inversiones, que por su magnitud no estaban al alcance de empresarios de nivel pequeño y mediano, que habían predominado en la expansión productiva de los últimos años. Las opciones que se presentaron, podrían resumirse en dos: o generarlo internamente, o conseguir la radicación de capitales extranjeros. 
La generación autónoma requería de una transformación estructural de la economía y la sociedad: expropiación del latifundio, distribución de la tierra, creación de una clase de pequeños y medianos productores rurales, que ampliara la demanda interna, tecnificara el agro e incrementara su productividad. Esto hubiera permitido la acumulación local de capital, en base a la cual el Estado podría haber encarado por si mismo la implantación de industrias básicas y la explotación de recurso naturales. 
La otra opción, basada en la inversión de capital extranjero, es la que se suele denominar genéricamente como “desarrollista”. El papel del Estado se limita a generar condiciones económicas atractivas para los inversores privados, otorgándole facilidades impositivas, garantizándole la propiedad de las empresas y la salida de ganancias, pero sobre todo, permitiéndoles la apropiación de una alta cuota de plusvalor. Y como el plusvalor del capital procede del trabajo, lo que supone este modelo es que los salarios deben bajar para que el capital extranjero encuentre “oportunidades de negocios”. 
El modelo autónomo requiere de una revolución social, que se centre en la clase obrera urbana, expropie a la vieja clase dominante, otorgue protagonismo al Estado y rompa con la dependencia económica. En cambio, el modelo desarrollista, al priorizar la inversión de capital extranjero y requerir la baja del salario, supone un Estado de fuertes contornos represivos antipopulares, en alianza con los centros de poder económico internacional.
Ya Perón, en 1952, frente a esta disyuntiva, prefiere optar por el capital extranjero, y comienza por otorgar concesiones a empresas petroleras privadas. Pero es el Gobierno de Frondizi (1958-1962) que va a hacer de esta propuesta el eje de la acción estatal. Si bien esta tendencia, con altibajos, se va a mantener durante todo el período, el otro gran impulsor de este modelo de industrialización será el gobierno de Onganía (1966-1970).
Durante el gobierno de Frondizi, se logró avanzar en la implantación de industria básica (acero, maquinarias, químicos y celulosa) como así también en la explotación a fondo de los recursos naturales. Automotores, energía, siderurgia y petróleo, recibieron el beneficio de regímenes especiales. En ellos se desarrollaron empresas de capital extranjero concentrado. Durante el gobierno de Onganía rindieron sus frutos las políticas del gobierno de Frondizi, con el agregado de cierto fortalecimiento del mercado interno, y el incentivo a exportaciones industriales: siderúrgicos, químicos, máquinas herramientas y automotores, caracterizadas por no solo por su concentración, sino por un elevado nivel tecnológico.

El juego político de la proscripción.
A partir de 1955 se abre un período político cuyo elemento determinante es la proscripción del peronismo, y los reacomodamientos del movimiento popular. El gobierno de la llamada Revolución libertadora interviene los sindicatos, disuelve el partido peronista, prohíbe mencionar el nombre del líder y cantar la marcha peronista. Se establecen listas negras de adherentes al régimen anterior, se impone la censura, se encarcela a cientos de militantes justicialistas y se mata a quienes no aceptan la nueva situación.
Se intenta abrir el juego partidario electoral, con la proscripción del peronismo. Pero no se logra estabilizar ninguna forma de dominación. El peronismo no es tan fuerte para recuperar el gobierno. Pero el antiperonismo no es tan homogéneo para imponer un sistema sin el peronismo. Las posiciones del antiperonismo oscilan desde los que apoyan su exterminio físico violento, hasta quienes postulan una alianza que reintegre el peronismo, reformado, al sistema político. Pero todos coinciden en la necesidad de impedir su retorno al gobierno.
Los períodos constitucionales encabezados por Frondizi e Illia, tienen una actitud más permisiva con el peronismo, pero deben sus designaciones a la proscripción de las mayorías, lo que los hace cargar con una cuota de ilegitimidad imposible de remontar. No vuelve a haber ejercicio pleno de la soberanía popular hasta 1973.
La rama del movimiento peronista que sí logra más rápidamente la legalidad, es la organización gremial, que va a evidenciar un clibaje interno entre los sindicatos más combativos, que reivindican un programa revolucionario, priorizando el inmediato retorno de Perón al país; y la vertiente más burocrática y negociadora, que se postula como base de apoyo a una política modernizadora de orientación desarrollista, relegando a un segundo plano la figura de Perón. En tanto que Perón, desde el exilio, va a apoyar, según la conveniencia táctica una u otra postura.
El movimiento peronista, en la proscripción, sometido a la censura cultural, la prohibición política y la explotación económica, va a reaccionar a través de la resistencia y de la reorganización gremial. El populismo peronista en la clandestinidad, se autonomiza del liderazgo moderador de Perón, adoptando aristas radicalizadas y revolucionarias. Que el propio Perón apoya. La misma actitud de resistencia en la segunda mitad de los 50 es la que da cabida en los 60 a las organizaciones políticas juveniles de orientación revolucionaria, y a la conformación de fuerzas guerrilleras, de ideología marxista, dentro y fuera del peronismo.
El estallido social conocido como el Cordobazo, de Mayo de 1969 marca el agotamiento político del modelo de industrialización dominado por el capital extranjero y la exclusión política de las mayorías populares. Desde entonces se lanza un proceso de movilización y politización de los conflictos culturales y gremiales que avanzan en el sentido de una transformación revolucionaria de la sociedad argentina. 

Desenlace. Por 49 días locos… 
Ese clima de creciente lucha social, política y cultural, lleva a que la dictadura de Lanusse, a comienzos de los 70, vea el retorno del peronismo como un mal menor, y se resigne a conceder elecciones con la participación de éste. 
La conquista del gobierno, por peronismo, presenta un breve lapso de 49 días, de presidencia de H.J Cámpora, con predominio de los sectores de izquierda. Pero rápidamente, a su retorno definitivo al país, Perón contrabalancea la política interna del movimiento a favor de la derecha partidaria y de la burocracia sindical. El ministro de economía, Gelbard, representante de la burguesía “nacional” logra un pacto social que mantiene cierta estabilidad durante 1973, pero que se desarma rápidamente, en medio de un clima de conflictos sociales, luchas políticas internas, y acciones armadas cruzadas. A la muerte de Perón, en Julio de 1974, estos conflictos no logran equilibrarse, lo que sumado a la crisis económica interna y externa imprimen al momento una sensación de caos y vacío de poder, que dan lugar al golpe de estado del 24 de Marzo de 1976. 

Antiperonismo en Educación
La llamada Revolución Libertadora (955-1958) ocupó su gestión educativa en desmontar la organización pedagógica dejada por el peronismo. Sobre todo, la simbología de los textos escolares. La gestión era un difícil equilibrio entre todos los sectores antiperonistas, cuyo denominador común era la recuperación del normalismo, que nunca había sido dejado de lado por el gobierno anterior.  
Hubo un rebrote de la escuela activa. El pedagogo espiritualista liberal Juan Mantovani fue repuesto en su cargo, y tuvo bajo su influencia la formación de la siguiente generación pedagógica, que se vería enriquecida por el psicoanálisis, y en algunos casos derivaría en el funcionalismo.

La educación desarrollista.
El desarrollismo comienza su gestión en 1958. Incorpora la teoría del “planeamiento” afín a la teoría del desarrollo. Comienza, la transferencia de escuelas nacionales a algunas provincias. Promulga el siempre reclamado Estatuto del Docente. Y abre la puerta a la enseñanza privada.
Con el objetivo de formar integralmente recursos humanos para el desarrollo, se reorganiza la educación orientada a la producción. En 1959 se crea el CONET, que absorve la CNAOP y la DGET del período justicialista. Se transforma la Universidad Obrera en UTN, quitándole toda presencia sindical peronista. El sujeto pedagógico deja de ser interpelado desde su “ser obrero”, abandonando los componentes políticos y culturales su condición social. Como su propósito estuvo más vinculado a la desperonización que a la educación técnica en si, no logra articular adecuadamente la relación educación / trabajo. 
El CONET unifica las escuelas medias a su cargo bajo la forma de ENET de seis años, divididas en dos ciclos, al cabo de los cuales se obtiene el título de técnico, e imparten, en un turno el clásico conocimiento académico, y a contraturno la formación específica en talleres. La concepción del saber técnico que predomina en el CONET se basa en la “tecnología”, entendida como una aplicación práctica descendente de conocimiento científico puro, restableciendo la tradicional jerarquía de saberes. En ese esquema, la educación técnica queda necesariamente subordinada, relegada a los márgenes del sistema.

Libre, no laica.
El principal debate educativo que afronta Frondizi se origina en torno al dictado de normas que permitieron, organizaron, financiaron y fortalecieron la educación privada. Se autoriza la creación de Universidades privadas y se las faculta a expedir títulos habilitantes. Por primera vez se configura un sistema orgánico privado en todos los niveles. Dentro del sector privado, tienen mayoría las escuelas religiosas. De modo que a favor de la decisión del gobierno, bajo la consigna “Libre”, se encolumna la iglesia católica, el liberalismo católico, y un importante número de jóvenes de sectores medios. En la contraparte, por la educación “Laica” –además de libre- se encolumnan también sectores multitudinarios, culturalmente vinculados a la escuela pública, y al reformismo universitario. El frondicismo impone la opción “libre” y la educación privada gana un lugar, que nunca resignará, dentro del sistema educativo.
 
Reformismo en la Universidad.
Pese a la proscripción del peronismo y de sus figuras intelectuales, las universidades recuperan su autonomía. Francisco Romero se hizo cargo de la UBA, y conforma una tendencia junto con otros intelectuales de prestigio como Norberto Rodríguez Bustamante, Manuel Sadosky, y Gino Germani. Se restaura el cogobierno y la libertad de cátedra. Se reanuda la producción científica y cultural. Las banderas de censura al peronismo y florecimiento intelectual corren en paralelo durante algunos años.  

Illia.
Durante el Gobierno de Illia (1962-1966) tiene lugar una apertura democrática en el campo educacional y un incremento de la matrícula, que viene siguiendo la tendencia inaugurada por Perón. En este período se despliega un nuevo liberalismo laico escolanovista en el nivel inicial, y en el área de recreación. Se realizan también novedosas experiencias en el área de extensión universitaria destinadas al campo de lo social y a la educación popular. En 1965 se lanza el primer programa oficial de alfabetización de adultos. 

Bastones largos en la noche
El modelo autoritario impuesto por Onganía clausura la experiencia democrática en la educación. Vuelven a ocupar los más altos puestos ministeriales personajes vinculados a la iglesia católica y a la tecnocracia. Se interviene la universidad. Como los estudiantes toman los claustros, el gobierno decide desalojarlos por la fuerza, el 29 de Julio de 1966, conocida como la noche de los bastones largos. Esto termina con la experiencia reformista universitaria. Docentes e investigadores deben emigrar. Los desarrollos intelectuales más avanzados que tiene lugar en el país, deben pasar por institutos y grupos de estudios externos a la Universidad. 
Afín con una mirada excluyente del desarrollo industrial concentrado, la dirección de la educación técnica es pensada nuevamente en términos economicistas. Pero a diferencia de la mirada desarrollista, no hay mirada integral de largo plazo. El individuo es pensado como “capital humano”, cuya formación necesaria se mide solo en función de un cálculo costo-beneficio. Bajo esta mirada, y retomando el antecedente de la reforma Saavedra Lamas, en 1968 se implementa una nueva reforma educativa, de corta duración, en la que se intenta incorporar una escuela intermedia para niños de 11 a 14 años. Además, se institucionaliza legalmente la educación privada.

Alternativas populares. 
Por fuera del sistema educativo, tienen lugar experiencias educacionales alternativas, vinculada a la iglesia, y al progresismo, que van a converger en la pedagogía del oprimido de Paulo Freire, y hacia fines de los 60 darán lugar a la Teología de La liberación, de corte revolucionario. Para esta concepción, el conocimiento que detenta la cultura tradicional, académica, es un medio de opresión sobre los sectores populares. La educación, para ser liberadora, no debe reproducir la cultura oficial, sino entrar en un diálogo con los saberes populares, problematizando su situación de subordinación social, de modo tal que en ese intercambio los dominados tomen conciencia de las causas de su situación, y aprendan la cultura como una acción de rebelión política contra el orden capitalista dependiente.
En este período cobra madurez la concepción cultural y pedagógica de la izquierda peronista, cuyos principales exponentes son Jauretche y Hernández Arregui, con su crítica a la “colonización pedagógica”. Acusan a Germani y al funcionalismo de utilizar modelos incompatibles con la complejidad de la sociedad argentina. Se burlan de Mantovani, al que endilgan confundir la defensa de la educación humanista con la defensa de la facultad de filosofía y letras. Piensan que los profesores secundarios y universitarios tienen sus “cabezas apolilladas” por haber olvidado la cuestión nacional. Plantea Jauretche: 
“Así, en la Argentina, el establecimiento de una verdadera cultura lleva necesariamente a combatir la cultura ordenada por la dependencia colonial … Solo con la victoria en esa contienda evitaremos que bajo la apariencia de los valores universales se sigan introduciendo como tales los valores relativos … cuya apariencia de universalidad surge exclusivamente del poder de expansión universal que les dan los centros donde nacen con la irradiación que surge de su carácter metropolitano. Tomar como absolutos esos valores relativos es un defecto que está en la génesis de nuestra `intelligentzia´y de ahí su colonialismo” (Jauretche, 1992)
A comienzos de los 70, algunas innovaciones del régimen dan lugar a la apertura en “Cátedras Nacionales” en la Universidad. 
En 1973 de crea la CTRA, en la que convergen distintas expresiones del gremialismo docente, bajo una nueva visión del educador: no es ya un apostol de la civilización, sino un “trabajador de la educación” que compartiendo su destino de clase con los demás trabajadores argentinos, tiene un compromiso primario con la lucha cultural por la liberación. 

Educación Popular para la Liberación.
El tercer gobierno peronista tuvo una primera etapa, en materia educativa, caracterizada como una “pedagogía nacionalista popular liberadora”. Bajo la dirección del Ministro Jorge Taiana, tiene lugar una lucha entre la derecha peronista y lo sectores de izquierda. Dentro del ala progresista se desenvuelven nuevas experiencias de comunicación social, educación agraria, Política universitaria, y sobre todo, educación de adultos. En este último área se impulsa una campaña masiva de alfabetización denominada CREAR (Campaña de Reactivación Educativa). En la universidad de Buenos Aires es designado interventor Rodolfo Puiggrós que impulsa una renovación de los métodos de enseñanza aprendizaje y de los contenidos científicos, orientados hacia un proyecto de liberación nacional, apoyado activamente por la juventud peronista, la izquierda y sectores radicales y progresistas. 
Pero este ciclo se cierra con la intervención a las Universidades dispuesta por Isabel Perón en 1974.

El Golpe Autoritario se adelanta en Educación.
La dictadura en la educación , no espera a 1976. Comienza cuando en 1974 Isabel Perón designa a Ivanissevich en el Ministerio de Educación y a Ottalagano en la UBA. Comienzan desde allí una labor represiva de “limpieza ideológica” que adelanta lo que va a ser el país bajo la dictadura. Se cierran establecimientos. Se remueven profesores. Se reimplantan las corrientes más retrógradas. Y se usan los establecimientos educativos como un campo más de la llamada “guerra antisubversiva”. El terrorismo de estado ya está instalado en la educación, durante la presidencia de Isabel Perón. Es el inicio de la guerra a la educación pública.

Eclipse de la Escuela como transmisor cultural.
En la profundidad de la estructura social, se va gestando, desde 1955, una tendencia creciente cuya influencia es cada vez más presente. Otras instancias sociales comienzan a competir con la escuela en la función de transmitir cultura de generación en generación. Los medios masivos de comunicación, sobre todo la TV –y más recientemente Internet- asumen crecientemente el papel de formador de sujetos y transmisor de contenidos. Cuando la Escuela pública logra universalidad, la sociedad capitalista pasa “lo que hay que saber” por fuera de ella. Después de tantas luchas por universalizar la cultura, ésta empieza a circular por otros ámbitos. A diferencia de los medios masivos de comunicación, dirigidos con criterios empresarios y según intereses privados, la escuela tiene la virtud democrática de presentarse como un ámbito plural y democrático de construcción de saber:
“La escuela no ha perimido, ha cambiado. No se ajusta más a los cánones liberales y es un reservorio de demandas y de nuevos sujetos. Esa es la razón por la cual la política de la derecha argentina, que desde que Mitre fundara los colegios nacionales apostó al control ideológico mediante la educación pública, apunta ahora a su destrucción.” (Amuchástegui y otros, 2003:23)

Raúl Alvarez. Octubre de 2009.-

 

Bibliografía: 
 
• Amuchástegui, Marta; Carli, Sandra; Caruso, Marcelo; De Miguel, Adriana; dussel, Inés; GAgliano, Rafael; Pineau, Pablo; Puiggrós, Adriana; Rodríguez, Lidia y Southwell, Myriam. “Prólogo con Epílogo” en Puiggrós, Adriana y otros “Dictaduras y utopías en la historia reciente de la educación argentina (1955-1983). Editorial Galerna. Buenos Aires, año 2003. 
• Ferrer, Aldo. La economía Argentina. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires, año 1981.
• Freire, Paulo. Pedagogía del oprimido. Siglo Veintiuno Editores. Buenos Aires. 1970.
• Jauretche, Arturo. Los profetas del odio, Editorial Peña Lillo, Buenos Aires, Año 1992.
• Lobato, Mirta Z. y Suriano, Juan. Atlas Histórico. Nueva Historia Argentina. Editorial Sudamericana. Buenos Aires, año 2004.
• Nosiglia, Julio E. El desarrollismo. Biblioteca Política Argentina. Centro Editor de América Latina. Buenos Aires, año 1983.
• O´Donnell, Guillermo A. “Un juego imposible: competición y coaliciones entre partidos políticos de la Argentina, 1955 y 1966”, en “Modernización y Autoritarismo”, del mismo autor. Editorial Paidos, Buenos Aires.
• Pineau, Pablo. La vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser: los avatares de la educación técnica entre 955 y 1983” en Puiggrós, Adriana y otros “Dictaduras y utopías en la historia reciente de la educación argentina (1955-1983). Editorial Galerna. Buenos Aires, año 2003. 
• Puiggrós, Adriana. “Qué pasó en la educción argentina. Breve historia desde la conquista hasta el presente.” Editorial Galerna. Buenos Aires. 2003
• Romero, Luis Alberto. Breve historia contemporánea de la Argentina. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires, año 2002.-
• Tedesco, Juan C. Conceptos de Sociología de la Educación. Centro Editor de América Latina. Buenos Aires, año 1986.