De Yrigoyen hasta la Década Infame

El sistema educativo entre 1916 y 1943.


Las presidencias Radicales.
A raíz de la implantación efectiva del sufragio universal, secreto y obligatorio, dispuesto por la Ley Sáenz Peña en 1912, los conservadores pierden el control sobre el aparato del Estado Nacional. En 1916 asume Hipólito Yrigoyen, representante de las mayorías populares, primer presidente consagrado en elecciones limpias y generales.
La caracterización general del Radicalismo, que desde 1890 venía reclamando la “pureza de sufragio” es la de un partido que si bien integran su base con sectores populares de todo tipo, en su componente fundamental, es representativo de los sectores medios urbanos, hijos de inmigrantes, que buscan ascenso social y una inserción más plena en el sistema político..
La clase obrera organizada, en su mayoría es ajena a la UCR, dado que más bien tendía a converger en la actividad gremial, el Partido Socialista, el anarquismo y más tarde el Partido Comunista. Como la mayoría de los trabajadores inmigrantes no se nacionalizaba, su caudal electoral por estos años, era aún minoritario.
De modo el los sectores medios, predominantes en el radicalismo, buscaban, en su ascenso, un espacio institucional en el Estado, pero no intentaron romper con el modelo agroexportador. A contrario, la estructura económica basada en el latifundio y la producción rural para la exportación, continuó siendo la característica dominante entre 1916/1930.
Una excepción que se presenta es el Petróleo, un área que por ser nueva, no llegó a conformar una trama de intereses creados. Esto es aprovechado por elradicalismo, que tempranamente nacionaliza este recurso, poniendo a un militar nacionalista, el General Mosconi, a la cabeza. Se crea así YPF como empresa petrolera estatal, que va a ser la pionera en un conjunto de actividades económicas dirigidas por militares, y encaminadas a fortalecer el desarrollo nacional.
La otra excepción son algunas nuevas industrias nacidas durante la primera guerra mundial, que son muy incipientes, y no alcanzan a constituir una senda de crecimiento diferente de la tendencia agroexportdora.
El radicalismo cambia el sistema político pero no la política económica ni la estructura social, que continuó bajo las pautas de la economía oligárquica.

Derogación de la Reforma Saavedra Lamas.
Un sector de la elite oligárquica, desde comienzos del siglo XX venia proponiendo reformas tendentes a integrar parcialmente a otros sectores sociales. En el área política esta tendencia se reflejó en la Ley Sáenz Peña. En el área educativa se materializó en la reforma Saavedra Lamas, de marzo de 1916. En lo fundamental, ésta proponía dividir el colegio secundario en dos ciclos, el primero de los cuales ofrecía formación en Artes y oficios, destinada a los sectores populares. En tanto que en el segundo, más exclusivo, se mantenía el bachillerato tradicional, único título que permitía ingresar a la universidad. Fue el primer intento sistemático de establecer instituciones educativas orientadas al mundo del trabajo. Además, tenía el fin de contener a los adolescentes, como modo de evitar su posterior activación política, El radicalismo la derogó en Febrero de 1917, argumentando que creaba un subsistema de inferior calidad destinado a los sectores ajenos a la elite, y volvió al viejo sistema clásico, centrado en el bachillerato, con el agregado de las escuelas de comercio, y unas pocas escuelas industriales.
Durante las gestiones radicales se incrementaron el número de establecimientos, la cantidad de alumnos escolarizados, y se redujo el analfabetismo. La nota más significativa es la creación de 37 escuelas de artes y oficios, entre 1916 y 1923.


La Reforma Universitaria.
En 1918 se produjo un movimiento de protesta universitaria, con epicentro en Córdoba, que se extendió por todo Latinoamérica. Reclamaban contra el oscurantismo universitario, los métodos enciclopédicos, el autoritarismo y elitismo de la jerarquía universitaria. En contraposición, reclamaban una renovación pedagógica, la vinculación de la Universidad con el resto de la sociedad, un vínculo más humano entre docentes y alumnos, y la participación de estudiantes y graduados en el gobierno universitario.
El movimiento cobró especial trascendencia, dado que obtuvo el apoyo del sindicalismo cordobés. Su expansión continental es de tal importancia que los tenentes brasileños de la década de 1920, y la fundación del APRA peruano lo reconocen como antecedentes. En lo sucesivo, toda lucha la renovación pedagógica, la autonomía universitaria y el pensamiento crítico en los estudios superiores, va a reconocer su origen en este movimiento.

La escuela nueva dentro del sistema.
En el campo teórico de la educación, los fundamentos positivistas del normalismo comienzan a ser eclipsados. Cobra influencia la llamada Escuela nueva, el activismo y el pragmatismo, que postulan una democratización de vínculo pedagógico, una mayor autonomía de la escuela, rechazan el enciclopedismo y el verticalismo del sistema, y proponen un método de aprendizaje vinculado al hacer y a la experimentación.
Si bien la escuela primaria no presentó mayores transformaciones durante las presidencias radicales, sí existieron un conjunto de experiencias alternativas, tanto dentro como fuera del sistema educativo, que se basaron en estos principios.
Según Adriana Puiggrós, esta tendencia escolanovista, reconoce tres sectores: los orgánicos, que se adaptan al normalismo tratando de reformarlo; los transgresores que avanzan en experiencias innovadoras horizontales y solidarias, en distintas unidades dentro del mismo sistema; y los radicalizados, más militantes política y gremialmente que presentan una crítica frontal al normalismo. Este último, es el caso, por ejemplo, de Florencia Fossatti, que crea un tribunal de autodisciplina infantil en la sección primaria de la Escuela Normal de Mendoza.

La reforma Rezzano.
En la Ciudad de Buenos Aires, tiene lugar un intento de aplicar los principios pragmatistas y activistas, a través de la llamada Reforma Rezzano. Postula la democratización de la relación docente-alumno, la definición del campo profesional docente, y la transformación de la clase del aula en un taller o un laboratorio, en el que la experimentación y la investigación reemplacen el viejo modelo de la instrucción memorística. Siempre con efectos limitados a esta Ciudad, manteniendo un funcional equilibro con la estructura normalista del sistema. El intento dura unos breves años.

El desencuentro de Educación y Trabajo.
Si la demanda por una educación técnica estaba ya afirmada en todos los sectores sociales, desde la clase obrera hasta la oligarquía ¿Por qué no puede avanzarse en vincular el sistema educativo al mundo del trabajo? Más aún, la Reforma Saavedra Lamas, sancionada por el régimen oligárquico, es derogada por el Gobierno de Yrigoyen, restableciendo el viejo sistema. La creación de numerosas escuelas de artes y oficios no responde a esta demanda, dado que forma mano de obra con características pre-industriales. En el mejor de los casos, no formaba técnicos, sino obreros. Un desencuentro entre educación y trabajo que persistirá al menos hasta 1943 ¿Por qué?
Juan Carlos Tedesco, partiendo de un análisis clasita, postula que al representar el radicalismo a sectores medios, que no tienen una inserción definida en las relaciones de producción capitalistas, ni como propietarios de capital, ni como fuerza de trabajo, este carácter de híbrido de su inserción social, más vinculada a las actividades de servicios, le impediría visualizar adecuadamente el papel de la educación en el ámbito productivo.
Adriana Puiggrós, si bien parte de esta misma visión del antagonismo de clases, problematiza un poco más la cuestión. Propone que hay un “pacto de olvido” que impide a los distintos sectores sociales en el poder tomar conciencia de su papel histórico. Aquellos grupos dominantes que tienen larga historia de arraigo en el país, prefieren olvidar porque se niegan a la memoria del genocidio perpetrado contra la población indígena que abrió el espacio territorial a la explotación capitalista. En tanto que los sectores inmigrantes, al ver incumplida su promesa originaria de acceder a la propiedad de la tierra, también habrían preferido negarse a ver, olvidar. Este “pacto de olvido” habría impedido a las distintas clases y partidos dominantes de la época, formular con criterio realista, un proyecto de país y llevarlo a la práctica. Y sin proyecto de país, no tiene sentido alguno que el sistema educativo intente relacionarse al mundo del trabajo.

Patriotismo y espiritualismo
Otra característica de estos años, es el hincapié en que la escuela inculcara el patriotismo a los niños. Desde la burocracia ministerial se instruía la las escuelas especialmente sobre las formalidades a seguir en los actos escolares recordatorios. Lo que era criticado por la docencia, que al contrario, sostenía que el método era predicar con el ejemplo.
El nuevo énfasis en el tema patrio está vinculado al ascenso de corrientes de tipo espiritualista, que en contraposición al positivismo de décadas anteriores, interpretan la sociedad en términos de comunidad patriótica de ideales. A diferencia de los países capitalistas centrales, cuyo núcleo aglutinador es el desarrollo industrial, el espiritualismo argentino concibe las relaciones sociales en función de una supuesta convergencia espiritual.


La década infame: Intervencionismo Oligárquico.
La crisis capitalista mundial de 1929 produce cambios económicos a los que el gobierno radical, en su ortodoxia, no atina a responder. Se suma a ellos el desgaste político, interno y externo, del radicalismo. Las oposiciones, tanto de derecha como de izquierda, de clase alta, como de clases bajas, por acción o por omisión, facilitan el camino del golpe de Estado. Uriburu toma el poder en 1930, y es aclamado popularmente. La Corte Suprema de Justicia de la Nación dicta una acordada convalidando el gobierno de facto, y se abre un nuevo período político.
Uriburu se rodea de políticos nacionalistas de tipo corporativistas, y proto-fascistas. Su intento tiene corta duración. Se somete a elecciones en la Provincia de Buenos Aires, convencido de que el Radicalismo, sin el uso de los recursos oficiales, no tendría destino político. Pese a la proscripción de sus principales dirigentes, la UCR gana esas elecciones. Entonces el gobierno anula el comicio, e inaugura lo que se justificó como el “Fraude patriótico”. No volvería a haber elecciones libres hasta 1945. Y el gobierno quedaría en manos de “la concordancia”, un acuerdo entre radicales antipersonalistas, conservadores y una rama del socialismo.
La crisis económica mundial reduce el precio de las exportaciones argentinas, y aumenta el de los productos industriales que se importaban. Argentina pierde poder de compra en el exterior, y la ecuación agroexportadora (vender granos y carne, para comprar productos industriales) se ve bloqueada. A poco de asumir el gobierno de facto, comienzan a adoptarse medidas económicas para enfrentar esta situación. Primero se restringe la venta de libras, y más adelante se desdobla el mercado cambiario. Se crean nuevos tributos “de excepción”. Y comienzan a aplicarse aranceles a la importación de algunos productos. La nueva situación opera como una protección para la incipiente industria local, que es aceptada, pese al carácter oligárquico del gobierno. Se creía que la crisis era transitoria.
Para regular los niveles de producción y los precios internos, que sufrían el impacto de la crisis, se fueron creando juntas reguladores, en cada sector de actividad. Primero en los granos y la carne. Pero a poco andar, cada actividad económica tuvo su junta, que reglamentaba la producción, establecía facilidades o limitaciones, fijaba precios y en algunos casos, compraba la producción.
El pacto Roca-Rúnciman estuvo orientado a dar una respuesta al problema de la colocación de carne argentina. Desde 1930, la economía de cada país se fue cerrando sobre si misma. La comunidad británica de naciones, provenientes del ex imperio británico, también empezaron a dar prioridad a sus propios productos. Con lo que Argentina perdía su principal comprador. Por este motivo, el vicepresidente de la nación suscribe este acuerdo por el que se logra en buena medida recuperar ese mercado, pero al costo de conceder un conjunto de beneficios al capital inglés. Entre otros: el monopolio del transporte público de la Ciudad de Buenos Aires (la “corporación”) y que el 85 % de la carne de exportación procediera de frigoríficos ingleses. El tratado fue considerado bochornoso y lesivo para los intereses nacionales, pero dejaba a salvo la principal preocupación, que era la colocación de la principal producción de la Oligarquía.
La clase terrateniente pampeana, que seguía siendo dominante, plantea que mientras no funcione lo que llamaban la “gran rueda”, que era la exportación de productos del campo, debían crearse otras ruedas menores (la industria) para que la sustituyeran transitoriamente. Lo que antes se compraba afuera ya terminado, ahora debía fabricarse internamente. Así, sin buscarlo, comienza el proceso de sustitución de importaciones.
Se va configurando, de este modo, un nuevo esquema económico, con un nuevo papel del Estado, que pasa a ser un interventor en el mercado. La misma clase dominante, la oligarquía terrateniente, se ve obligada a adoptar un modelo de Estado activo, en defensa de sus intereses. Pero a diferencia del período siguiente, se trata de un intervencionismo oligárquico y conservador, tendiente a sostener la estructura social tradicional, pese a que ya cambiaron sus condiciones de inserción en el mercado mundial.
Esta moderna industrialización, lejos de ser un producto espontáneo, es resultado de las medidas protectivas adoptadas desde 1930. Buena parte de los capitales que invierten en ellas, proceden de la acumulación en el sector primario, y se orientan por las mismas pautas de conducta: la obtención de ganancias, aprovechando circunstancias extraordinarias: antes era el rendimiento del agro pampeano, en los 30 será la crisis. No se busca intensificar la producción, sino que una vez que una rama de la industria se satura, se pasa a otra, sin reinvertir la ganancia, sino tendiendo a mantenerla líquida, de modo de poder especular con las alternativas de mayor rendimiento.
En la década de 1930, también, cobra fuerza el pensamiento nacionalista en las fuerzas armadas, que piensa el poderío bélico en términos, no ya de dotación militar, sino como nación en guerra: se requiere una gran industria nacional que sirva de base a la fuerza bélica. Bajo esta concepción es que se desarrolla una pujante industria militar, destinada a fabricar balas, y armas, que a poco andar se va integrando con fundición de acero y producción de vehículos.
La novedad social del período, es que junto con la industria cobra vigor una nueva clase obrera, que mezcla inmigrantes europeos con migrantes internos, provenientes del interior, y que desarrolla una experiencia de lucha y organización a partir de sindicatos en los que es creciente la influencia del Partido Comunista.
A comienzos de la década del 40, mientras se desenvuelve la segunda guerra mundial, el nuevo cuadro de situación argentino ya tiene instalados los elementos que van a derivar en una nueva conformación estructural: la clase obrera organizada, la industria sustitutiva, y el actor militar.

Espiritualizar y argentinizar.
Frente a los cambios económicos y políticos que se estaban produciendo, una parte de la intelectualidad acentúa las tendencias ideológicas espiritualistas de la década anterior. El espiritualismo adquiere tintes nacionalistas. La función de la escuela es pensada en términos de espiritualización con un sentido nacional: la escuela debe argentinizar. Se instaura el día del Himno y el de la escarapela. Lo militar invade los establecimientos educativos. La escuela misma, como organización, empieza a ser pensada bajo los principios de disciplina militar. En tanto que los docentes radicalizados son perseguidos.

La enseñanza religiosa.
La argentinización de tinte espiritualista de la década del 30 va acompañada de la religión. Un evento significativo es el Congreso Eucarístico Nacional de 1934, que adopta posiciones políticas de tipo fascista. La nación es concebida en términos de religiosidad católica, y la escuela como su órgano de difusión.
La máxima expresión de esta corriente, se da en la Provincia de Buenos Aires, cuyo gobernador, el conservador Manuel Fresco, dispone en 1937 la enseñanza obligatoria de religión en todas las escuelas públicas.

Pedagogía libre y desencuentro.
El avance del nacionalismo autoritario es tan fuerte, que las diferencias internas entre los pedagógos democráticos, pasan a un segundo plano. En 1930 éstos forman el Colegio Libre de Estudios Superiores, y la Cátedra Sarmiento, donde convergen el marxismo positivista de Aníbal Ponce, el liberalismo espiritualista laico, y el espiritualismo laico vinculado al socialismo. Desde allí se genera un pensamiento pedagógico enfrentado al autoritarismo que reivindica la ley 1420 y la Reforma Universitaria.
El desencuentro se va a producir, cuando surja el peronismo, dado que este sector va a ser incapaz de diferenciarlo fascismo, y por lo tanto va a pasar a militar en las filas de antiperonismo.

Raúl N. Alvarez. Octubre de 2009.

Bibliografía:

Puiggrós, Adriana. “La educación argentina desde la reforma Saavedra-Lamas hasta el fin de la década infame. Hipótesis para la discusión.” En “Escuela, Democracia y Orden (916 – 1943)” bajo dirección de la misma autora. Editorial Galerna. Buenos Aires, 992.-

Puiggrós, Adriana. “Qué pasó en la educción argentina. Breve historia desde la conquista hasta el presente.” Editorial Galerna. Buenos Aires. 2003.

QUIROGA, Hugo. “La economía en crisis”, en Estado, crisis económica y poder militar (1880-1911) del mismo autor. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, año 1985.-

Sábato, Jorge Federico. La clase dominante en la Argentina moderna. Formación y características. Buenos Aires, año 1988.

Solari, Manuel H. “Historia de la Educación Argentina”. Editorial Paidós. Buenos Aires. 1981.

Tedesco, Juan Carlos. “Educación y Sociedad en la Argentina (1880-1900)”. Centro Editor de América Latina. Buenos Aires. 1970. Reimpreso en 1982.